Armoníaaaa.... armoníaaaa.... Después de muchas semanas sin poder (ni querer, ni tener ánimo de) hacer yoga, esta tarde he vuelto a hacerlo. Puede que no haya sido el tiempo ni con la intensidad deseables, pero lo he hecho. Eso es lo importante.
Temía que, después del tiempo transcurrido, mi cuerpo decidiese tomarse la revancha y vengarse como el Conde de MonteCristo en forma de dolores y calambres, pero mi cuerpo pareció inclinarse por el lado de perdón (y por el lado izquierdo, que siempre tengo peor equilibrio en ese), y no sólo no hubo vengativos dolores, sino que me agradeció las atenciones prestadas en forma de ligereza, respiración ordenada y un poquito de calma, que buena falta me iba haciendo ya.
Mientras hacía una de las posturas de suelo, tirada en mi terraza boca arriba, miraba los pájaros que atraviesan el cielo colmenareño y por lo tanto, el espacio aéreo de mi terraza. Uno de ellos se quedó parado en el aire varios segundos, y admito que tuve miedo de que decidiera hacer "sus cosas" JUSTITO encima de mí (no sería la primera vez que la vida, real o metafóricamente, me prepara una de esas bromitas. Un día, tenemos que discutir sobre su sentido del humor. En su hígado. Con unas tijeras de podar). Pero no. Se limitó a quedarse allí, sobre mí, mostrándome su vientre blanquísimo, con toda la tranquilidad del mundo.
Me di cuenta que, desde su punto de vista, yo también estaba mostrándole mi vientre, indefensa. Pero por un momento, por un mágico, precioso y delicioso momento, no tuve miedo. Sabía que aquél pájaro no pretendía hacerme ningún daño, ni siquiera para desalojar boñiga. Nada. Simplemente estaba allí, dejándose sostener por el aire, como yo estaba allí, dejándome sostener por un edificio de ladrillos y cemento de varias toneladas, lo que desde luego es mucho más prosaico, pero cuando una tiene alas sólo metafóricas, es a lo que puede aspirar. De todos modos, el pájaro y yo compartimos un momento de paz. De calma. De perfecta quietud. Para alguien que, cuando se da cuenta del paso del tiempo, tiene la sensación de estar cayendo desde un rascacielos, puedo asegurarles que la sensación fue muy, MUY agradable. No, no tanto como lo que están pensando, pero aún así, cerca le anduvo.